“La educación es un motor que ayuda a seguir adelante y a ver el mundo de distintas maneras, para que en un futuro seas una persona de mente abierta que piense por sí mismo y no se deje llevar por los demás”, dice Maira, de 14 años, una de los 31 chicos becados de la ONG socioeducativa “Dale Tu Mano” en el barrio Los Pocitos, Tucumán.
Maira vive en una casa de material, sin terminar, en un lote del Barrio 17 de marzo, en la localidad de Tafí Viejo, junto a su mamá, papá, y dos hermanos. Los sábados va caminando hasta Los Pocitos a aprender, motivada por su futuro y porque “si queres algo tenes que luchar por eso y poner mucho esfuerzo para lograrlo”, asegura la adolescente.
“Dale Tu Mano” es un programa socioeducativo que busca el desarrollo integral de los chicos de las zonas más vulnerables a través de la educación, ya que consideran que es lo único que puede darles las herramientas para progresar y tener la vida que elijan.
Este proyecto comenzó en salta en 2007, cuando un grupo de jóvenes profesionales de Buenos Aires viajó a Santa Victoria Este, un pueblo indígena que está a 502 km de Salta Capital, al enterarse que había personas que no podían completar sus estudios por la distancia que separaba a las comunidades del colegio más cercano y por la carencia de materiales, deseando ayudarles.
Una vez que consiguieron los becados, los maestros, voluntarios y el transporte, la entidad se puso en marcha en 2011, y luego se expandió en 2015 a Tucumán, donde trabaja en tres lugares: el barrio Los Pocitos, Banda del Río Salí y Pacará Pintado, brindando apoyo escolar y clases particulares a chicos de primaria y secundaria, con 60 becados en total.
El barrio Los Pocitos, donde estudia Maira junto con otros 30 becados, cuenta con un SUM (salón de usos múltiples) y dos aulas que les presta el Estado.
Los becados son elegidos dependiendo de sus notas en la escuela y tienen que tener una persona que los quiera apoyar económicamente por mes: su “padrino”, que además de aportar el dinero de la beca ($500), puede mantener con su ahijado un contacto cercano.
Además, la red cuenta con un equipo de “fundraising” que se encarga de juntar plata en el caso que quieran hacer alguna salida, como la que realizaron en el 2016 (fueron al aeroclub de Yerba Buena), o para apoyar el proyecto en general. Se trata de “amigos”, personas o empresas que realizan un aporte monetario, fijo o esporádico.
La ONG trabaja con un equipo de voluntarios de distintos lugares de la provincia, a partir de 17 o 18 años, sin límite de edad, que van los sábados desde las 11 a las 13:30.
En el caso de Los Pocitos son 12, pero no todos los sábados pueden ir, por lo que el número varia. Asimismo, cuentan con una profesora particular que los ayuda, a la cual le pagan.
Al principio trabajaban solo con las tareas que los chicos traían de la escuela, pero a partir de este año incorporaron clases personalizadas, enseñándoles lo que nunca aprendieron, que consideran esencial para la vida.
Las actividades se dividen en primaria, que son 10 chicos, con 2 o 3 voluntarios por el grupo, y secundaria, que se forman en mesas de acuerdo a la cantidad que sean, con por lo menos 1 o 2 voluntarios por cada una.
En primaria trabajan con las actividades que preparan para cada sábado, las tareas de la escuela y actividades manuales, que buscan estimular los sentidos de los chicos, como el tacto, para lo que usan plastilina, plástico y goma (por ejemplo, hicieron llaveros y forraron su propio cuaderno).
“A pesar de la edad de distracción y rebeldía, y la realidad de cada uno, los chicos son predispuestos y reaccionan muy bien”, reflexiona Martina, voluntaria de 18 años, y agrega que son agradecidos con ellos y, si bien saben que los voluntarios viven en otro contexto, no por eso los tratan distinto, eso no les importa.
El segundo sábado de cada mes realizan talleres: desde Buenos Aires les mandan las actividades en las que participan primaria y secundaria, como el taller de resiliencia que hicieron el sábado pasado, en el que les enseñaron a los chicos la capacidad de auto superación para que puedan recuperarse frente cualquier adversidad.
Maira cuenta que “Dale Tu Mano” significa una verdadera ayuda para ella, porque a veces su familia no sabe cómo explicarle las materias y no están en una “buena” situación económica.
Al mismo tiempo, Martina asegura que es algo muy gratificante el poder ayudar a los chicos académicamente y en otros aspectos de su vida, porque confían en ellos, se abren y se dejan ayudar, por lo que terminan creando un vínculo de confianza y amor “hermoso” con cada uno.
“Es un sentimiento muy grande” dice, y sonríe la joven. “Dale Tu Mano es todo para mí, los chicos son una luz en mi vida. Cada chico es diferente, cada uno con una historia distinta. Muchos tienen familiares con adicciones y viven en casas muy precarias”, añade.
Si bien Martina cuenta que enseñar es “muy duro”, porque como voluntarios a veces se frustran, luchan con dificultadas y por momentos no saben qué hacer, termina diciendo que basta con probar e intentar, porque “uno se abre y recibe el triple”.
“Yo pienso que mi futuro será algo especial porque quiero ser alguien en la vida, y cuando digo esto no me refiero a que quiero ser más que los demás, sino, tener un trabajo” sostiene Maira y cuenta que quiere seguir estudiando para ayudar a sus papás a vivir de manera “digna y buena”.
Cómo colaborar
Vía mail: tucuman@daletumano.com.ar / info@daletumano.com.ar
Tel.: 3816306650 / 3814452850
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